featured-image

Como mexicanos, existe un sentido innato que nos une sin la necesidad de cruzar nuestros caminos. Dentro o fuera del país, el linaje que compartimos nos hace celebrar la historia de quienes están dejando en alto nuestro nombre alrededor del mundo. Y es por eso que la de Alejandro Martínez es una que merece ser contada.

Son las 7:15 de la noche en la Ciudad de México y todo transcurre con normalidad. El impredecible clima veraniego inunda las calles de frescura mientras la temperatura disminuye junto al ocaso. A través de un monitor que ilumina el interior de una sala oscura, Alejandro saluda con emoción.



“Gracias por tomarte el tiempo de platicar conmigo, eso está muy padre”. En seguida, sentirme en confianza me es inevitable, y es que solo alguien nacido en este país es capaz de comprender que más que un saludo amable, esas palabras son la invitación a una plática sin cabida para el ego. Las mirada de Alejandro Martínez en el cine la televisión Alejandro Martínez es uno de esos nombres que se mueve en la industria del entretenimiento tras bambalinas.

Su trayectoria como cinefotógrafo ha logrado regalarnos algunas de las entregas más reconocidas del momento. A través de su dirección fotográfica en títulos internacionales como House of the Dragon, The Alienist y Fallout, hasta producciones mexicanas como No negociable, Las Azules y El candidato honesto , ha puesto en alto sus raíces de nacimiento. “La figura de mi abuelo siempre fue muy presente, era cineasta, estaba en las fotos de la pared con una cámara y luego empiezas a crecer y a darte cuenta de que eres una persona visual y te identificas con este ser.

Empiezas a investigar más sobre todo lo que hizo y se vuelve todo más interesante”, comparte Alejandro sobre el despertar de su amor por este arte y la influencia de su abuelo, Raúl Martínez Solares , un reconocido director de fotografía durante la Época de Oro del cine en México. Si bien, el entorno en donde te desarrollas puede orientarte hacia un camino, el despertar de la pasión es algo que se descubre en solitario. “Lo que me llevó a tomar la decisión es que empecé a ver cine, lo empecé a entender, y comprendí qué era la fotografía.

Me empecé a meter cada vez más, estudiar, tomar fotos y llegué a la conclusión de que me gusta expresarme en imágenes y tener el control. Siempre fui alguien a quien le gusta mucho la ficción, entonces era muy llamativo y después de estudiar una carrera de comunicaciones y una de fotografía decidí que lo mío era el cine”, recuerda con nostalgia la decisión que moldearía su trayectoria en el séptimo arte, misma que inició con Kilómetro 31, la película mexicana de terror estrenada en 2006 con la que debutó como director de fotografía y cámara. A pesar de haber recorrido el mundo con su trabajo, Martínez siempre ha tenido el corazón en un solo lugar.

“Mi hogar es México, no lo dudo ni un segundo”, confiesa sin titubeos. “Nunca me ha pasado por la cabeza, irme a vivir a otro lado. Con el cine he tenido la oportunidad de irme a vivir a Los Ángeles, España, Inglaterra y la verdad es que siempre tengo que regresar México, a tocar tierra y trabajar aquí, entonces para mí, definitivamente este es mi hogar”.

Y al hablar de hogar, es imposible no destacar el balance que el cineasta ha logrado al pasar de proyectos de ficción como La Casa del Dragón y Autómata a cintas nacidas en México como No negociable y El Candidato Honesto . “He sido muy afortunado en siempre haber hecho proyectos que quiero hacer y que me dicen algo. Yo venía de dos años en Inglaterra, antes un año en Budapest por hacer The Alienist y tenía muchas ganas de estar en México un par de años.

Siempre me ha gustado regresar a México porque no solo está mi familia, sino que también mi familia cinematográfica”. Y aunque a simple vista podría parecer que existe una inmensa diferencia entre un proyecto y otro, la realidad es que para Alejandro, el cariño con el que se aborda es el mismo. “Para mí el brincar de una producción mucho más grande a otra realmente no es muy diferente en como se ataca porque las limitantes luego juegan a tu favor, yo tengo una frase que es las limitaciones te liberan y es cierto, cuando no tienes algo dejas de pensar en ello y tienes que tener soluciones y para mí ese es un tipo de cine me gusta mucho” Pero, al ser humano, las emociones también juegan un papel fundamental.

“El Candidato Honesto tiene una historia un poco más particular. Mi hermano Raúl Martínez murió hace un año y él estaba como director, estaba preparando la película e iba a hacerla sin mí, pero cuando falleció y le dieron el proyecto a Pipe Ybarra [director y guionista mexicano] que es un gran amigo mío y de mi hermano, me habló y me preguntó si quería hacerla y dije que sí, era un proyecto con una carga emocional muy grande.” Entre sentimientos encontrados y nostalgia, Alejandro se dispuso a regresar a sus raíces y demostrar lo que la tierra a la que llama hogar tiene que ofrecerle al mundo.

“Los mexicanos tenemos un bagaje cultural importante, independientemente de quién haya sido mi familia o no, yo creo que todos los que nos dedicamos a las artes tenemos una genética muy relevante como país y como cultura. Los mexicanos somos muy visuales y el cine es un gran filtro, no es un oficio fácil y es uno que requiere mucha dedicación, son muchas horas fuera de casa, pero una vez que te gusta es algo muy bonito.” Pero a pesar de que su corazón se encuentra en México, algunos de sus proyectos en el extranjero también han quedado en su memoria, tal y como lo fue Autómata , la cinta futurista por el director madrileño Gabe Ibañéz que lo llevó a enfrentarse a uno de sus retos más grandes hasta el momento: “Fue una película muy complicada de hacer, teníamos muchas cosas en contra y la sufrimos mucho, pero creo que es de los trabajos que más me gusta.

Fue una satisfacción muy grande hacer una película así con los recursos que teníamos y sobre todo con todos los obstáculos que hubo durante el proceso”. Dejando a un lado lo complejo, este fue un desafío que, sin lugar a dudas, rindió frutos y logró catapultarlo hacia nuevos horizontes. “Autómata fue un proyecto que tardó mucho en levantar.

Teníamos la película muy clara en la cabeza y poco a poco se fue desarrollando, el golpe de suerte fue haber involucrado a Antonio Banderas en ella, pero la realidad es que un reto muy grande, pero fue una experiencia de mucho aprendizaje con el ejemplo de hacer las cosas con el amor que tiene uno por el proyecto y sacarlo adelante, y la nominación al Goya —bajo la categoría de Mejor Fotografía en la edición de 2015— fue la cereza del pastel de un trabajo reconocido que costó tanto.” Se dice que una imagen vale más que mil palabras, pero más allá de lo visible, capturar la esencia de quien se posa ante el lente del fotógrafo y retratar el alma sin la necesidad de pronunciar palabras es el verdadero propósito detrás del arte. “Somos lo que tenemos dentro, lo que hemos leído, visto y las fotos que nos han gustado, entonces al abordar un proyecto tiene mucho que ver cómo te lo imaginas, qué te dice la historia, lo que te gustaría contar y cómo interpretarlo con las herramientas visuales que tienes.

Luego viene la colaboración con el director porque somos parte de una visión y hay que ver cómo llegar a eso y poner nuestro sello”, señala Alejandro Martínez al reflexionar sobre la clave para ir más allá de la pantalla y tener el panorama grande esclarecido. “Somos [los cinefotógrafos] parte de la fuerza creativa que mueve a la historia y es ahí donde hay que encontrar un balance”, extiende mientras las preguntas se agotan y la entrevista llega a su final, pero no sin antes dedicar un último consejo a todos aquellos que anhelan incursionar en la fotografía de cine. “Hay que prepararse y ser más cineastas que fotógrafos, hay que saber que hoy en día puedes filmar y si haces cosas lindas puedes ser cinefotógrafo, pero sobre todo, nunca dejen de filmar y contar historias que es lo que más importa”, dejando así en claro que no existe ningún sueño que no pueda cumplirse con determinación.

.

Back to Entertainment Page