El Barbour Liddesdale, el emblemático chaquetón de estilo campestre cumple hoy 130 años. A lo largo de su historia, esta prenda ha pasado de ser un símbolo de la campiña británica la marca a consolidarse como un básico otoñal allá donde vayas En la Gran Bretaña de finales del siglo XIX, el debate en torno a la ropa y la belleza del que se nutre la moda estaba más candente que nunca. En el terreno literario y artístico, este periodo histórico alumbró la corriente del Esteticismo.
Así, mientras los salones londinenses se llenan de dandis elegantísimos pero bastante alejados de lo mundano, otros creen firmemente que la ropa debe ser práctica. Entre ellos se encuentra John Barbour . Corría el año 1894 cuando este joven escocés, que acababa de mudarse a South Shields, al noreste de Inglaterra, decidió fabricar prendas de abrigo que protegieran a los marineros y pescadores del duro y tormentoso clima de esta ciudad portuaria.
El empresario fue capaz de detectar una necesidad concreta y de satisfacerla con un diseño que, a lo largo de los 130 años siguientes, evolucionó y conquistó a quienes, por trabajo o por placer, decidían vivir en el campo. Con el paso de los años, el clásico chaquetón encerado (e impermeable) se convirtió en un básico imprescindible para cualquiera que decidiera salir al campo, siendo cómplices los motoristas que la utilizaban para sus salidas por los mismos paisajes que los cuadros de William Tur.